domingo, 22 de febrero de 2009

CONOCETE A TI MISMO Y CONOCERAS A DIOS

Conócete a ti mismo y conocerás a Dios. Sin importar el mar de determinismos en que navega tu libertad tienes el poder para crear y recrear los fenómenos naturales, para inventarte a ti mismo, para dar significado y sentido a todo cuanto existe y no existe. Eres en explorador del mundo sensible y suprasensible. Eres un ser divino que forja su divinidad en la convivencia con sus semejantes, reconociéndose recíprocamente la misma dignidad y derechos.

Desde el principio de la historia del pensamiento humano se ha hecho mención a leyes naturales correlativas a la naturaleza humana. Estas eran descubiertas por los seres humanos por medio de la razón y las asumían racionalmente como guías de su comportamiento. Lo normal era ajustar el comportamiento a las exigencias de la naturaleza humana para lo cual era fundamental identificar las dimensiones y rasgos de ésta.
Uno de los saberes más importantes que debe hacer suyo todo ser humano es el conocerse así mismo. Identificar no sólo las características que comparte con sus congéneres (razonamiento, libertad, creatividad, historicidad, etc.) sino también aquellos rasgos que lo hacen único e irrepetible (pensamientos, sentimientos, potencialidades, actitudes, aspiraciones, etc.). Cuando un ser humano se conoce así mismo y actúa congruentemente es capaz de poner en práctica el valioso mensaje que trajo al mundo el célebre filósofo y filántropo judío llamado, Jesucristo: "Amaos los unos a los otros".
El amor es un sentimiento sublime que mueve a quien lo experimenta a estar dispuesto a dar lo mejor de sí mismo para construir la felicidad del otro. De lo que podemos desprender que si amas a tus padres, hermanos, vecinos, trabajadores, etcétera, sabrás dar lo mejor de ti mismo (Cariño, afecto, compresión, respeto, solidaridad, confianza, etc.) Para construir su felicidad. Después de todo, todos somos uno y lo mismo: La humanidad.

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